viernes, 11 de diciembre de 2009

Enemigo íntimo
ANTONIO GALA

Hay tardes en que todo
huele a enebro quemado
y a tierra prometida.
Tardes en que está cerca el mar y se oye
la voz que dice: "Ven".
Pero algo nos retiene todavía
junto a los otros: el amor, el verbo
transitivo, con su pequeña garra
de lobezno o su esperanza apenas.
No ha llegado el momento. La partida
no puede improvisarse, porque sólo
al final de una savia prolongada,
de una pausada sangre,
brota la espiga desde
la simiente enterrada.

En esas largas
tardes en que se toca casi el mar
y su música, un poco
más y nos bastaría
cerrar los ojos para morir. Viene
de abajo la llamada, del lugar
donde se desmorona la apariencia
del fruto y sólo queda su dulzor.
Pero hemos de aguardar
un tiempo aún: más labios, más caricias,
el amor otra vez, la misma, porque
la vida y el amor transcurren juntos
o son quizá una sola
enfermedad mortal.

Hay tardes de domingo en que se sabe
que algo está consumándose entre el cálido
alborozo del mundo,
y en las que recostar sobre la hierba
la cabeza no es más que un tibio ensayo
de la muerte. Y está
bien todo entonces, y se ordena todo,
y una firme alegría nos inunda
de abril seguro. Vuelven
las estrellas el rostro hacia nosotros
para la despedida.
Dispone un hueco exacto
la tierra. Se percibe
el pulso azul del mar. "Esto era aquello".
Con esmero el olvido ha principiado
su menuda tarea...

Y de repente
busca una boca nuestra boca, y unas
manos oprimen nuestras manos y hay
una amorosa voz
que nos dice: "Despierta.
Estoy yo aquí. Levántate". Y vivimos.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Otoño en Córdoba



Alargaba la mano y te tocaba...

Alargaba la mano y te tocaba.
Te tocaba: rozaba tu frontera,
el suave sitio donde tú terminas,
sólo míos el aire y mi ternura.
Tú moras en lugares indecibles,
indescifrable mar, lejana luz
que no puede apresarse.
Te me escapabas, de cristal y aroma,
por el aire, que entraba y que salía,
dueño de ti por dentro. Y yo quedaba fuera,
en el dintel de siempre, prisionero
de la celda exterior.

La libertad
hubiera sido herir tu pensamiento,
trasponer el umbral de tu mirada,
ser tú, ser tú de otra manera. Abrirte,
como una flor, la infancia , y aspirar
su esencia y devorarla. Hacer
comunes humo y piedra. Revocar
el mandato de ser. Entrar. Entrarnos
uno en el otro. Trasponer los últimos
límites. Reunirnos.....


Alargaba la mano y te tocaba.
Tú mirabas la luz y la gavilla.
Eras luz y gavilla, plenitud
en ti misma, rotunda como el mundo.
Caricias no valían, ni cuchillos,
ni cálidas mareas. Tú, allí, a solas,
sonriente, apartada, eterna tú.
Y yo, eterno, apartado, sonriente,
remitiéndote pactos inservibles,
alianzas de cera.

Todo estuvo de nuestra parte, pero
cuál era nuestra parte, el punto
de coincidencia, el tacto
que pudo ser llamado sólo nuestro.

Una voz, en la calle, llama y otra
le responde. Dos manos se entrelazan.
Uno en otro, los labios se acomodan;
los cuerpos se acomodan. Abril, clásico,
se abate, emperador de los encuentros.
¿Esto era amor? La soledad no sabe
qué responder: persiste, tiembla, anhela
destruirse. Impaciente
se derrama en las manos ofrecidas.
Una voz en la calle....Cuánto olor,
cuánto escenario para nada. Miro
tus ojos. Yo miro los ojos tuyos;
tú, los míos: ¿esto se llama amor?

Permanecemos. Sí, permanecemos
no indiferentes, pero diferentes. Somos
tú y yo: los dos, desde la orilla
de la corriente, solos, desvalidos,
la piel alzada como un muro, solos
tú y yo, sin fuerza ya, sin esperanza.
Idénticos en todo,
sólo en amor distintos.
La tristeza, sedosa, nos envuelve
como una niebla: ése es el lazo único;
ésa la patria en que nos encontramos.
Por fin te identifico con mis huesos
en el candor de la desesperanza.
Aquí estamos nosotros: desvaídos
los dos, borrados, más difíciles,
a punto de no ser....¿Amor es esto?

¿Acaso amor es esta no existencia
de tanto ser? ¿Es este desvivirse
por vivir? Ya desangrado
de mí, ya inmóvil en ti, ya
alterado, el recuerdo se reanuda.
Se reanuda la inútil existencia....
Y alargaba la mano y te tocaba.

ANTONIO GALA

martes, 8 de diciembre de 2009

CUANDO ESTOY FELIZ

Cuando estoy feliz
dejo de comer
dejo de dormir
intento agarrarme al día
para que no acabe,
me faltan las horas
me faltan palabras
con todos hablo
en todo estoy.
No duermo ni como,
vivo la aventura de la felicidad
como un terremoto radiante.
Y es tanto el cansancio
y tanta la entrega
que cuando se marcha
vuelvo tranquila con mi Tristeza
con ella respiro,
con ella sobran palabras.
Estamos ahí
en compañía,
me habla bajito,
me susurra en silencio
tiernas melodías,
compartimos
el café, el cigarrillo,
el pan y el sueño.

Blanca

lunes, 7 de diciembre de 2009

A ESOS POETAS

A esos poetas abrumados
a esos poetas con la brisa a cuestas
a esos que prefieren pavonearse
y que los vean
y hablar de liviandades.
A esos artistas de pacotilla
que se pasean con sus mejores galas
a esos de fiestas y
de que me vean y
ser visto,
a esos que van a los bares
para lucir sus encantos,
A esos artistas
que estropean la profesión
que estropean el arte
a esos que solo quieren
que les vean para un buen contrato
para una buena producción
a esos que no entienden
la sensibilidad del aire
a esos
que ensucian el nombre
de las cosas porque
no hay metáforas para calificarlos,
a esos de buenos trajes,
a esos tan bellos y guapos,
a esos artistas que
van de nombre
y etiquetas,
a esos
que solo les falta la pluma
del pavo real para que realce
su belleza efímera,
a esos
que hay por todas partes,
a esos
con los que hay una distancia
infinita
a esos que son nadie
una distancia en opiniones,
en gustos,
en sabores,
en colores.
A esos poetas y actores
de pacotilla
a esos
que envenenan el aire,
a esos que hacen
que nos sintamos como escoria
como vagabundos sin historia
a esos que
nos miran de arriba abajo
a esos que
nos miran de reojo
a esos artistas que
se resisten a mirar dentro
de sus corazones,
de sus escudos
de su pudor
de su miedo
de sus vergüenzas,
quiero deciros que:
que os dejéis de historias,
de pamplinas
de adormideras ,
no hay nada,
nada,
bajo la piel del arte
la soledad como única certeza
la soledad
la soledad del aire.

Blanca