lunes, 10 de septiembre de 2012

Mariano Coronas Cabrero

"Leer un libro requiere descifrar unos códigos, dar significado a unas palabras, interpretar unas frases e imaginar historias. La vista y el cerebro se sincronizan para que todo ello adquiera un satisfactorio significado y la lectura nos resulte interesante y placentera, empape nuestros sentimientos, dispare y cultive nuestra imaginación.

Pero, no es de la lectura de libros de lo que quería hablar hoy, sino de otras lecturas que también están al alcance de nuestros sentidos; una lectura para la que no hacen falta libros, ni posiciones especiales, ni lugares concretos, porque siempre tendremos la posibilidad de:

Leer la mirada de un niño; leer las arrugas de un rostro; leer las huellas en el suelo del bosque; leer la alfombra amarillenta del otoño; leer la explosión de vida de la primavera; leer una noche estrellada; leer un esfuerzo colectivo; leer el relámpago y el trueno; leer un trabajo solidario; leer una mejilla perfumada; leer la profundidad de un beso; leer la fuerza del río; leer un viejo tronco carcomido; leer el viento de marzo; leer la fertilidad de la tierra; leer la rebeldía; leer los sueños nocturnos; leer el canto de los pájaros; leer el silencio de la noche; leer la fuerza de la costumbre; leer el susto y el sobresalto; leer el horizonte de las montañas; leer la esperanza de la lluvia; leer el comportamiento del solitario; leer el significado de un abrazo; leer un gesto o una sonrisa; leer un rostro de tristeza; leer la suavidad de una caricia; leer un apretón de manos; leer la luna llena; leer las silenciosas pisadas en la nieve; leer el vuelo de una paloma; Leer la salida del sol; leer el sonido de las campanas; leer el aullido del perro; leer unas manos que han trabajado; leer un cuerpo compañero; leer la profundidad de tus ojos; leer el color de los prados; leer la brisa fresca de la mañana; leer el amanecer de un nuevo día; leer, leer, también sin libros descifrando códigos con todos los sentidos, para que nuestra sensibilidad crezca y nuestra imaginación se torne fecunda, para mantener un nexo de unión entre la realidad que vivimos y el necesario mundo de los sueños; para saber quiénes somos y qué o quiénes hay a nuestro alrededor; en definitiva, leer para seguir viviendo".

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