No creo que existan fórmulas para aprender a hilvanar un texto bajo unos parámetros mínimos de exigencia. Leer mucho, quizá; leer con atención. Mucha práctica con el boli, también. Pero sobre todo y ante todo, cuidado y esmero, y cierto amor por las cosas bien hechas. Cierto cuidado por la imagen que damos a lo demás.
Sin embargo, todavía me sorprendo de que existan individuos que no conozco de nada que se atrevan a ponerse en contacto conmigo de una forma tan deslavazada que apenas soy capaz de extraer el sentido del mensaje. ¿Tan acostumbrados están estos comunicantes a la pereza lingüística que no reparan en que su texto es también su carta de presentación? ¿No se dan cuenta de que con su texto es como si se presentaran a un acto social provistos únicamente con unos calzoncillos manchados de zurraspas?
Parece que no. Parece que es mucho más importante el tono de color del tinte para el pelo o la marca de los pantalones. O la moto trucada con la que circulas dando por saco a todo Cristo. Pero si “haber” y “a ver” son cosas distintas o no… eso lo dejamos para los puntillosos académicos de la lengua, tan remilgados ellos, tan poco en la onda, tan peripuestos que jamás cruzarán la aduana de una discoteca de moda. La gente que mola ya se entiende entre sí. Hablando (mal) se entiende la basca, que decía Jesús Vázquez en aquél mítico programa de la televisión.
No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo. No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo. No te rindas, por favor no cedas. Aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento. Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños.
domingo, 26 de mayo de 2013
sábado, 4 de mayo de 2013
Cuida tus palabras; que ellas no levanten un muro entre ti y los que contigo viven».
«La cosa más fácil es hablar mal de los demás».
«Muchas palabras no dan prueba del hombre sabio, porque el sabio no ha de hablar sino cuando la necesidad demanda, y las palabras han de ser medidas y correspondientes a la necesidad».
«Toma para ti los consejos que das a otro».
«La esperanza es el único bien común a todos los hombres. Los que todo lo han perdido la poseen aún».
Tales de Mileto.
«La cosa más fácil es hablar mal de los demás».
«Muchas palabras no dan prueba del hombre sabio, porque el sabio no ha de hablar sino cuando la necesidad demanda, y las palabras han de ser medidas y correspondientes a la necesidad».
«Toma para ti los consejos que das a otro».
«La esperanza es el único bien común a todos los hombres. Los que todo lo han perdido la poseen aún».
Tales de Mileto.
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