domingo, 22 de marzo de 2009

ODYSSEAS ELYTIS

Nació en Heraklion, Creta, el 2 de noviembre de 1911, y murió en Atenas, como él mismo alguna vez la describió, “entre Heráclito y Píndaro” (por las dos calles entre las cuales se encontraba su casa), el 18 de marzo de 1996.

Sin duda uno de los más grandes poetas escultor del lenguaje griego, Elytis fue una de las figuras más notables de la poesía mundial en el siglo XX. En su obra, la poesía modernista europea se fusiona con la gran tradición literaria griega para producir una voz lírica altamente original.

Odysseas Elytis se involucró con el movimiento francés surrealista en la década del 30 del pasado siglo, atraído por la afirmación surrealista de la sensación y el «yo» inconsciente, su rechazo a las formas tradicionales y aquellas aún más rígidas en boga en su momento de la expresión lírica. Defensor del verso libre, desechó las formas comunes del verso con sus reglas al considerarlas como “barcas que solo contienen el más heterogéneo material”. Creía que el contenido poético determina la invencible forma, y además, que la rima solo sirve para “arrullar” y dar “placer superficial”. Sin embargo, Elytis no adoptó las libres asociaciones y la escritura automática tal cual la había proclamado André Breton. El suyo, por supuesto, es un leve y controlado surrealismo, la sintaxis en sus poemas no se viola y, gracias a su talento, la yuxtaposición de imágenes es coherente y muy placentera. Estas calidades están expresas en sus primeros poemarios (Orientaciones de 1939 y Sol primero de 1943), cuyos versos son alegres y radiantes al celebrar el paisaje griego como un mundo ideal de disfrute sensual y pureza moral. Los mares azules y los cielos celestes, la luz explosiva, las islas del Egeo con sus casitas blancas y las rocas desnudas, los olivos y los grillos, las ánforas antiguas y las ruinas, el verano bien arriba al mediodía y el viento etesio definen la escena donde la vida se libera y triunfa, mística y llena de significados.

Considero a la poesía como una fuente inocente llena de fuerzas revolucionarias. Es mi misión dirigir estas fuerzas contra un mundo que mi conciencia no puede aceptar, precisamente como es traer ese mundo por las continuas metamorfosis a la gran armonía de mis sueños. Me refiero al tipo contemporáneo de magia que lleva al descubrimiento de nuestra verdadera realidad… En la esperanza de lograr mayor libertad de todos los apremios y la justicia que se identifique con la claridad absoluta, soy un idólatra quien, sin quererlo así, casi toco la santidad Cristiana.

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